Cómo orar con el corazón

Un hombre pasaba páginas y páginas de un libro cuyas hojas estaban en blanco. Todos los que le conocían sabían que era  sabio pero se asombraban de que pudiera dedicar todos los días un largo rato a aquella actividad tan aparentemente estéril. Un día un respetable observador se acercó a preguntar, pues a todos inquietaba aquella extraña costumbre. El hombre le respondió: «hay libros que se escriben para la mente de los hombres y esos se leen con los ojos. Sin embargo, otros libros se escriben para el espíritu, no se leen con los ojos, sino con el corazón»

¿Si Dios es ser espiritual y es Amor y el alma es sustancia espiritual conformada a su imagen y semejanza, no parece obvio que se comuniquen en el común idioma del amor?

Nada hay más hermoso, más pleno, más dulce… que rezar con el corazón. ¿Cómo se hace?

En la vida nos emocionamos cuando un recuerdo o una circunstancia nos llega al corazón. Algo conmueve nuestras fibras más íntimas y en ese momento que los ojos se humedecen y el cuerpo se estremece, en ese momento que el alma vibra, es el corazón el que habla, sin palabras, sin razonamientos, sin ideas… ¿Qué sucede?

El amor verdadero es lo único que nos llena, es lo único que nos conmueve. Cuando percibes el amor en ti o en otra persona, incluso a través de una película, no puedes evitar un hondo sentimiento. ¿Serías capaz de describir por qué sientes esa conmoción? Ah! si conocieras el fundamento del amor intentarías vivir siempre en consonancia con su naturaleza pues cada día tomarías tu alimento de amor, que te llenaría, que te libraría de vacíos y angustias… en tu interior siempre brillaría el sol por feas  y malas que «parecieran» tus circunstancias en la vida.

¿Qué es el amor sino darse? Cuando percibes eso en otros, en ti, en alguien que te quiere… te conmueves. Cuando deseas verdaderamente ayudar a alguien y no puedes, también es amor, porque ese deseo que parte de ti muere en el otro…  y a ese sentimiento lo llamamos en ese caso compasión. El amor es toda aquella intención, deseo, que nace en ti y muere o termina en el otro, es el deseo de la felicidad, pero no para uno mismo, ¡para los demás!.  A esto se opone el egoísmo, que engulle todo deseo o intención que de una manera u otra termina finalmente en nosotros.

En lo espiritual, el lenguaje a utilizar es el corazón. De nada nos valen sofisticados y elaborados razonamientos. Hay que aprender a utilizar el idioma del corazón. «Comprender» nuestra insignificancia, nuestra pequeñez infantil, respecto a Dios, nuestra lejanía del absoluto Bien, que es El mismo, y «alimentar»  nuestro deseo de conocerle y aproximarnos a El, de participar de la naturaleza de su Amor.

La verdadera oración requiere del corazón. ¿Y qué es orar sino desear a Dios? Dios, infinita bondad, infinita santidad, infinita belleza… Pero sucede que el alma que quiere desear acercarse a El en primer lugar, lo desconoce por completo.  Es como aquel que mira un álbum fotográfico sin una sola foto, y no hay nada que le emocione puesto que las páginas están vacías, o aquel otro que toma un libro de lectura y pasa las páginas y estas están en blanco y nada le dice esa actividad, parece una pérdida de tiempo. Lo que sucede es que no vemos nada porque tenemos los ojos cerrados. Queremos ver con los ojos de la razón, cuando es la mirada del alma la que cuenta.

La mirada del alma! ¿Cómo descubrirla? La mirada del alma es la intención de nuestro corazón a lo largo de nuestra vida, de nuestros días, de cada minuto… en cada instante. Siempre deseamos algo. Descubrirás tu mirada del alma cuando comprendas que no sólo puedes desear tu propia felicidad, sino también la de quienes te rodean. De hecho habrás de darte cuenta que buscar directamente tu propia felicidad se contrapone a la felicidad del prójimo. Pero buscar la felicidad del prójimo, amar, es descubrir que esa mirada interior puede fijarse en el mundo «de fuera de mi mismo». ¡Qué libertad descubrir esto!, ¡qué amplitud!… y qué belleza…, y qué alivio.

Y para liberar la mirada del alma que siempre se ha fijado en uno mismo se ha de abrir los ojos, y buscar a Dios…. con tu corazón. Sí, es un lenguaje poético, pero orar es fijar la mirada del alma en Dios, y dejar que el deseo de acercarnos a El nos queme, nos consuma en un fuego de amor que cada día es más cálido, más intenso, más vital. Es un deseo que no puede expresarse en palabras, … a veces tenue y delicado como una suave brisa, otras emocionado y vibrante como un viento impetuoso,…. pero siempre, lleno de ternura, dulce, infinitamente amable.

Juan 4, 24: Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.

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5 Respuestas a “Cómo orar con el corazón

  1. ahhh Maravillosas palabras!! Cada que me centro en la oracion, es realmente cierto que encuentro satisfaccion y liberacion cuando logro fijar mi mirada en el Padre Hermoso que me ha creado y decirle sin temor alguno que soy feliz entregandome a su Voluntad ya que tengo la certeza que en ella esta mi verdad y mas esplendida libertad, el encuentro con mi ser, mi verdadero ser, mi corazon, y el corazon de las demas personas.

  2. Pingback: Cómo orar: la mirada del alma « Siete círculos

  3. Para encontrar informaciones acerca de como oraban en la iglesia primitiva del primero y segundo siglo visita… http://www.laiglesiaprimitiva.com/oracion.html

  4. El corazon ademas de sentimiento ( conmocion) , es compresion ( razon) que me permite encontrarme con Cristo, vivo en su Iglesia, compañia humana que me educa y me acompaña. Desear la propia felicidad, es bueno, muy bueno, por que desear la propia felicidad es desear el encuentro cada dia con Aquel que sacia. Solo el infinito, puede llenar el deseo infinito de mi corazón. Deseo de amor, de belleza, de felicidad. Yo que nada soy, soy acogido y amado, por aquel que todo lo es y entonces comprendo, caigo en la cuenta de que el projimo es igual que yo y espera esa misma acojida.
    Mi felicidad plena, verdadera y autentica, da gloria a Dios.

  5. Josefina Cárdenas Bravo

    Me llegó al alma … gracias sigo ncamino

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