Quinto círculo

Si has leido los circulos anteriores empezarás a comprender la dinámica de la vida espiritual y es que a cada dificultad en la vida que surge, a cada situación donde de una manera u otra topamos con el sufrimiento, con las preocupaciones, angustias o tristezas, la vida espiritual llevada adecuadamente nos libera de ese dolor, mediante una purificación interior, mediante un ejercicio de libertad, de buscar a Dios con recta intención. Y esta forma de ver la vida aporta dos importantes lecciones

La primera es que comprendemos que el sufrimiento que está en nosotros dura lo que queremos que dure, es decir, no es que seamos masoquistas y nos guste sufrir sino que «no queremos» -nos cuesta muchísimo- cambiar la mirada del alma atrapada, hipnotizada, por nuestro Ego. Cada situación de angustia tiene un remedio interior… y el sufrimiento dura lo que tardamos en dar con él. Siempre que busquemos a Dios a través de las distintas circunstancias y penas que suframos hallaremos la paz y aprenderemos más de nosotros mismos, de la misma manera que cuando la mirada del alma se dirija hacia nosotros encontraremos fuentes de dolor y angustia. He visto a personas sufrir indefinidamente por tonterías y a otras pasar grandes males con una sonrisa, sin un ápice de dolor. Tal es la fuerza de la vida espiritual bien encaminada, y el que la experimenta comprende hasta que punto una persona puede ser indestructible, pues la norma es que todo lo que aparentemente puede dañarla y destruirla hace finalmente todo lo contrario, contribuye a hacerla más fuerte y recia… y también más plena.

La segunda lección es que ante una pérdida de la paz interior descubrimos que estamos frente a una situación de aprendizaje. Exige de nosotros un conocimiento perfecto de cuáles son nuestras intenciones y qué es lo que causa la angustia. Conocer la fuente del dolor y poner remedio para recuperar la recta intención son lecciones que una vez aprendidas cuesta olvidar. No aprovecharlos es malgastar la vida porque tarde o temprano volverán a reaparecer esos mismos avatares y si el alma no aprende a superarlos y a utilizarlos para crecer en amor de Dios acabará por menguar y perder lo que ha avanzado. Vivir la vida de espíritu sin comprender esto es terrible porque no se crece, no se avanza y la fe , en vez de proporcionar alas para volar con alegría se convierte en una penosa carga dificil de llevar… y eso desgraciadamente ocurre a menudo.

Pero aún no hemos hablado de esta nueva etapa, y es que, a pesar de haber aprendido algunas cosas todavía el caminante que avanza por este castillo interior ha de descubrir muchas cosas sobre sí mismo. De hecho en este círculo interior llegamos a un punto donde el alma debe aprender a renunciar a sí misma.

Sigue en: La renuncia a uno mismo

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